Objetivo de esta actividad es recordar a las victimas civiles que el conflicto armado colombiano ha producido a través de la desaparición, de los falsos positivos y de las ejecuciones sumarias. También se busca devolver a victimas que han estado durante algún tiempo anónimas un nombre, un rostro (también hay fotografías de algunas de ellas), porque sin nombre y sin rostro no puede haber memoria.
El monumento está compuesto por ladrillos y cruces puestas frente a cada uno de ello. Encima a cada ladrillo está pegado un anuncio fúnebre con el nombre de una victima.
La idea nace de la Fundación Rayuela de Bogotá, y se replica en 26 ciudades del país y en España.
Rafaela Riaño Ruedas, una de las dirigentes de la Corporación Zoscua, esplicó que la Corporación, que presenta este monumento en varias ciudades de Boyacá desde hace 4 años, toma su nombre de una palabra muisca que significa "romper", "desalambrar", dado que su acción busca precisamente romper esa pared de silencio frente a estas tragedias, sacar del olvido a todas las víctimas.
La señora Riaño Ruedas precisó que la Corporación Zoscua no recibe recursos de parte del estado, y puede financiar sus actividades a través de contribuciones de simpatizantes, de la empresa privada y de organizaciones no gubernamentales sensibles a este tema, como Compes, una cooperativa de docentes que ha colaborado con ellos desde su comienzo.
Cabe destacar que ninguno de los integrantes de la Corporación Zoscua es familiar de alguna víctima del conflicto, cosa que hace su compromiso aún más meritorio, visto que no se trata de una acción inspirada por un dolor individual, sino por el dolor de todo el pueblo colombiano.
Roberto Orrú
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